¿Alguna vez ha tenido que hacer alguna conexión para llegar a su destino? Seguramente la mayoría de personas responderán a esta pregunta de forma afirmativa y no precisamente con una sonrisa en el rostro, pues es normal que estos tiempos sean molestos y aburridos.
Esta es una práctica frecuente en la aviación comercial, ya que las conexiones permiten a los viajeros cambiar de un avión a otro para llegar a su destino final en caso que la aerolínea no posea la ruta de forma directa.
Sin embargo, más allá de la necesidad de las conexiones, la realidad es que estas significan tiempo perdido, más tramites de equipajes y costos extra que hacen de la experiencia de viaje algo poco gratificante. Sin mencionar que hasta cinco horas se pierden viajando en la aviación comercial y al sumarle las conexiones este tiempo incrementa de manera importante.
Pero por más molesto que sea para los usuarios, hay que ser claros y decir que la aviación comercial siempre tendrá rutas con conexiones, ya que sus capacidades no alcanzan para atender vuelos entre todas las ciudades de un país y/o región. Por esto las aerolíneas se concentran en operar solamente los trayectos más rentables que usualmente son entre ciudades principales o destinos populares.
Esto hace que vivir en una ciudad pequeña o poco conocida signifique siempre tener que soportar las conexiones cuando se viaje por avión.
Pero ¿y si le dijera que hay otra opción para optimizar sus tiempos viajando de forma directa a su destino? Y, además le añadiera que se podría hacer a un costo razonable.
Pues bien, y hablando con cifras, en Colombia hay 50 aeropuertos donde pueden operar las aerolíneas comerciales, mientras que más de 500 pistas y aeródromos están destinados a la aviación privada, lo que representa una oferta casi 10 veces mayor.
Y si hablamos de conectividad internacional, las opciones se reducen aún más pues la aviación comercial solo opera vuelos al exterior desde 10 aeropuertos en el país.
Es por esto que la aviación privada, más allá de todas las ventajas que posee, ofrece un diferencial que marca una enorme brecha con los vuelos comerciales: la conectividad, ya que entre más aeropuertos donde operar mayor es su cobertura, una ecuación fácil y directa.
De esta manera, no hay necesidad de bajarse de un avión y subirse a otro para llegar a su destino, o peor aún, desabordar una aeronave para continuar su trayecto por tierra.
La aviación privada gracias a su amplio alcance puede conectar a los viajeros con sus destinos, sin importar lo remoto que sean, en un solo trayecto y a un tiempo considerablemente reducido. Siempre y cuando haya alguna pista o aeródromo, claro está.
Viajar en un vuelo privado, ya sea chárter o por cupo, es el medio más eficiente de transporte en geografías tan retadoras como la de Colombia, en donde existen zonas de difícil acceso y aeródromos con limitantes para la aviación comercial.
Estos datos no solo muestran una realidad, sino una solución en cuanto a la movilidad aérea privada la cual cada vez atrae más personas gracias a sus beneficios, seguridad y el dinamismo de sus tarifas.
Si todavía no se convence, preste atención a este dato: la aviación privada cuenta con más de 7.000 aeropuertos en la región, lo que permitió que en 2021 se operaran un aproximado de 60.000 vuelos.