
Hoy nos referimos a la flexibilidad que brindan los turbohélices a la industria de la aviación privada, hablamos de los principales aviones del segmento y aludimos también al rol que cumplen estas aeronaves conectando comunidades aisladas e impulsando diversas economías locales.
En Latinoamérica, específicamente en Colombia y Chile debido a sus características geográficas, existen cientos de pistas de difícil acceso que solamente pueden ser alcanzadas por aeronaves turbohélices gracias a sus capacidades operacionales. El aeropuerto La Nubia, en Manizales, Colombia, y el aeródromo Marcel Marchant, en Puerto Montt, Chile, y más conocido localmente como La Paloma, son algunos ejemplos donde únicamente turbohélices o aeronaves a pistón de menor tamaño pueden aterrizar en la loza.
Cuando se piensa en la aviación ejecutiva, los aviones de tipo jet son a menudo lo primero que se viene a la mente. Sin embargo, el tipo de avión que "mueve" este mercado a nivel mundial son los turbohélices. Aeronaves versátiles, con un costo operativo menor que un jet y con capacidad para aterrizar en pistas más pequeñas, incluyendo pasto y tierra, sin renunciar a la comodidad que define este segmento.
En Sudamérica, varios de los socios operadores de Flapz operan modernos turbohélices, como Aerocardal en Chile, por ejemplo, quien emplea el Pilatus PC-12, discutiblemente la aeronave más completa de su segmento, para diversas misiones a nivel doméstico e internacional. De fabricación suiza, la versatilidad del monomotor PC-12 permite a los operadores no solo utilizarlo para vuelos privados o chárter, sino también para transporte de carga y traslados aeromédicos.
El modelo combina la velocidad, comodidad y seguridad de un jet ejecutivo bimotor con la rentabilidad del King Air C90, un destacado turbohélice bimotor que también brinda gran vers